La depresión es una enfermedad que afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo según la Organización Mundial de la Salud (Depresión – OMS). En relación a esta enfermedad, la composición de nuestra microbiota intestinal podría ser clave en procesos de depresión.

Cada vez son más los estudios que evidencian la relación entre cerebro y tracto gastrointestinal (eje intestino-cerebro) en enfermedades neurodegenerativas y trastornos mentales como la depresión.

Eje intestino-cerebro

Este eje está formado por:

  • La microbiota
  • El sistema nervioso entérico
  • El sistema nervioso autónomo
  • El sistema neuroendocrino
  • El sistema neuroinmune
  • El sistema nervioso central

Este complejo eje conforma un sistema de comunicación neurohumoral bidireccional conocido desde hace tiempo. Son muchos los trabajos que apoyan su existencia. Así, existe una correlación entre las alteraciones de la microbiota intestinal y la encefalopatía hepática, la ansiedad, el autismo o el colon irritable.

En estas enfermedades existe una disbiosis (cambios en la composición normal de la microbiota) que genera cambios en la motilidad gastrointestinal, afecta a las secreciones y produce una hipersensibilidad visceral. En estas circunstancias se ven alteradas las células neuroendocrinas y las del sistema inmune, modificando la liberación de neurotransmisores, lo que se podría traducir en las diferentes manifestaciones psiquiátricas.

A su vez, estudios en modelos animales expuestos a diferentes situaciones de estrés han evidenciado variaciones en la composición de la microbiota intestinal. De esta manera se puede postular que existe una comunicación bidireccional en este eje. La microbiota afecta al comportamiento humano y a su vez, las alteraciones en dicho comportamiento producen cambios en la microbiota.

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Serotonina

La serotonina es el neurotransmisor más importante de nuestro cuerpo dada su intervención en muchos procesos fisiológicos y emocionales como estos:

  • Regula el apetito causando la sensación de saciedad.
  • Controla la temperatura corporal.
  • Regula el apetito sexual.
  • Controla la actividad motora, la percepción y la función cognitiva.
  • Junto a otros neurotransmisores -dopamina y noradrenalina- participa en los mecanismos que rigen la ansiedad, el miedo, la angustia y la agresividad.
  • Regula secreción de algunas hormonas, como es el caso de la melatonina, una proteína entre cuyas muchas funciones está la de regular los ritmos circadianos y el sueño.
  • Desempeña un papel importante en la formación y el mantenimiento de la estructura ósea.
  • Está implicada en el funcionamiento del sistema vascular.
  • Induce la división celular.
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A pesar de que se sigue investigando en esta molécula, se sabe que tiene una relación estrecha con la depresión. Muchos de los antidepresivos actúan sobre la producción de dicha molécula.

Respuesta de las bacterias a los antidepresivos

Los investigadores Elaine Y. Hsiao y Thomas C. Fung han publicado su trabajo en la revista ‘Nature Microbiology’. En este artículo, detallan cómo un 90% de la serotonina de nuestro organismo se produce en el intestino y que esto tiene una gran relación con la microbiota que vive en él. En estudios previos ya demostraban cómo un tipo particular de bacteria intestinal ayudaba a producir serotonina.

Ellos se centraron en el estudio de las bacterias Turicibacter sanguinis y la Clostridia. Estas producen una serie de moléculas que hacen que las células intestinales produzcan más serotonina. Para comprobar esta teoría, los investigadores modificaron genéticamente unos ratones para que carecieran de estos dos microorganismos. El resultado fue que estos roedores perdieron más del 50% de la producción de serotonina intestinal.

Para continuar con su investigación, los científicos formaron otros dos grupos de roedores. Al primero se le añadió a su fuente de agua serotonina, mientras que al segundo grupo se le modificó genéticamente para aumentar la cantidad de esta molécula que ellos mismos producían. Para su sorpresa, los investigadores descubrieron que aumentaba dramáticamente la cantidad de bacterias Turicibacter y Clostridia en los intestinos de las ratas.

«Estudios anteriores han mostrado que determinados tipos de bacterias aumentan los niveles de serotonina en el intestino, pero el nuestro muestra que las bacterias pueden responder a los medicamentos que influencian la serotonina, como los antidepresivos», explica el investigador Thomas C. Funf, otro de los autores principales del estudio. Y continúa: «Existe una forma única de comunicación entre las bacterias y nuestras propias células a través de moléculas que, tradicionalmente, son consideradas neurotransmisores«.

Relación entre la depresión y la microbiota intestinal

Gracias a estos estudios, se demuestra una vez más la importancia de la microbiota intestinal en muchas enfermedades, en esta ocasión, en la depresión. La estrecha relación de algunas bacterias en la producción de serótina y cómo las bacterias pueden responder a medicamentos como los antidepresivos, abren nuevas vías de investigación para mejorar el estado de los pacientes que la sufren.

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